A BOMBO Y PLATILLO
BABYLON (2023) Damien Chazelle
Es bastante habitual que todo cineasta, en algún momento de su vida, traslade su profundo amor por el cine en sus propias obras. Le ha pasado a los más grandes, desde Spielberg a Tarantino.
Si con La La Land, Damien Chazalle puso sobre la mesa su amor por los musicales de antaño, en BABYLON se abre en canal para mostrarnos que cualquier tiempo pasado fue mejor, y que el cine es mucho más grande que la gente que lo hace posible.
Año 1927, aparece en cartel “El cantante de Jazz” y con esta película, el principio de algo grande: el cine sonoro. Se acabaron las cartelas y también tener que leer entre plano y plano. También se acabaron muchísimos actores y actrices que vieron desaparecer sus gloriosas carreras debido a múltiples factores: memoria de pez para recordar el texto, voz de pito estridente y desagradable, falta de experiencia y talento para aparecer en pantalla más de 15 segundos seguidos…
Y por esos lares aparecen Brad Pitt (Jack Conrad), una estrella del cine mudo y Margot Robbie (Nellie Laroy), aspirante a actriz, a borracha, a cocainomana y a todo lo que tenga que ver con la palabra VICIO. Nuestros ojos serán los del mexicano Manny (Diego Calva), un chico que sirve tanto para un roto como para un descosio, y que corre sin parar durante todo el film en busca de algo que es imposible: el amor de la chica de la peli.
Todo bien mezclado y agitado hasta reventar con una música que no para de sonar durante las 3 horas que dura el show.
El problema no es la duración, no miro el reloj cada media hora como me pasó con el Batman de Pattinson, el problema es que, como el personaje de la Robbie, resulta excesiva. Si bien la primera secuencia es una puta maravilla, un fiestón por todo lo alto con un montaje vertiginoso al más puro estilo Scorsese, estirar durante toda la película ese tipo de ritmo tan acelerado y frenético, acaba cansando a todo Dios. Hacía tiempo que no veía salir de la sala de cine tanta gente antes de que acabara. No la soportan.
Tampoco llego a conectar con la relación que existe entre los dos personajes principales, no acabo de creérmelo, la verdad. No me creo a Diego Calva en ese mundo, así de claro.
La fotografía de Linus Sandgren es una auténtica pasada. El montaje y la música, conectan muy bien con lo que Chazelle quiere contarnos. En definitiva, técnicamente no podemos poner ni un pero. 80 millones de dólares dan para mucho, eso también.
Tiene secuencias bastante memorables, aunque ninguna de ellas pertenece al tercer y último acto, que es sin duda el más flojo de todos. ¡Manda cojones, mira que es difícil!.
Hay un momento al final que no sé si estoy dentro del Boogie Nights de Paul Thomas Anderson, o en el Rectum del Irreversible de Gaspar Noé, o qué. No entiendo nada. Me pierdo. El final, fusilando a Cinema Paradiso de Tornatore es de risa.
BABYLON no es una mala película, creo simplemente que la ha castigado su duración y su ritmo despiadado y sin sentido. Es como si todos los personajes de la película estuvieran constantemente drogados, en serio, resulta agotador.
A Chazelle que su película fracase (se ha estrellado estrepitosamente en USA y Canadá durante su primer fin de semana) y que la hayan masacrado los críticos le da completamente igual (a mí esa parte, también). Es más, dice que hasta es bueno para su film. Pues nada majo, sigue haciendo The Last Man, Babylon, todo lo que se te ocurra con tal de seguir arruinando estudios, que es maravilloso para la industria. ¡Suerte con la siguiente!. Bueno no, que te da igual.