El terror
Hereditary (2018)
Me dispongo a sacar mi entrada para ver Hereditary el nuevo hit de terror “made in USA”, un martes cualquiera en un cine de la Comunidad de Madrid.
Cuando llego me comentan que soy el único privilegiado que ha sacado un ticket para esa sesión, por lo que el sitio, no es problema. Me lo pienso. Pregunto, ¿qué coño pasa, por qué no hay nadie en la sala? La respuesta del taquillero me perturba y me estimula por igual: - Al parecer, me han dicho, que da mucho, mucho miedo… y claro.
Entro en la sala y me siento justo en medio, dispuesto a sufrir el máximo acojone que un ser humano puede soportar. Lo tienen tirado; son las 22:15 de la noche y estoy más solo que la una frente a un pantalla de 15 x 8,5 metros, rodeado por un imponente sonido envolvente Dolby Digital que me ataca desde todos los sitios que podáis imaginar, sugestionado hasta la médula… vamos que me estoy cagando de miedo antes siquiera de empezar… Abro mi botella de agua, echo un trago y espero a que comience el calvario…
Me siento un poco nervioso, lo reconozco, miro hacia atrás repetidas veces hasta que al fin las luces se desvanecen. A24 es una productora interesante. Ha estrenado unos cuantos documentales muy reconocidos (Amy, Supersonic) y ha llevado a la gran pantalla joyas como Ex-Machina o The Witch. El tráiler de este proyecto me gustó mucho y las críticas prometían una noche terrorífica. Sin embargo, en esta película no todo es lo que parece…
Posee un comienzo prometedor. Dice su director, Ari Aster, que se trata de un drama familiar que se convierte poco a poco en una terrible pesadilla… Creo entender sus intenciones. El fallecimiento de la madre de la protagonista, una siempre resolutiva Toni Colette, es el punto de partida para un film que no destila terror al uso. El pulso narrativo y el fervor psicológico del que hace gala durante la primera hora se desvanece misteriosamente en el mismo instante en el que da inicio su tercer acto. Y lo que en principio era un potente drama en torno a la pérdida y al sentimiento de culpa, vira a un telefilm donde el demonio y los rituales satánicos entran en escena, destrozando todo aquello que encajaba a la perfección. La secuencia final me dió auténtica risa, en serio… quizás es que no la entendí… pagaría por haber visto la reunión con los productores cuando les vendió ese momento… es acojonante… y no, no precisamente por el miedo que destila…
Es cierto que, desde un punto de vista visual, el mundo en miniatura de la Colette funciona muy bien. La música es correcta y la niña es un acierto. No entiendo el pasmarote del marido, un ser vivo que no aporta nada... es que creo que ni él mismo se creía lo que hacía…
Al fin se encienden las luces… la peli ha terminado y sigo vivo. Mis labios todavía dibujan una sutil media sonrisa por el desenlace tan lamentable que acabo de presenciar. Salgo de la sala con menos miedo del que entré… y me da rabia, os lo prometo.
No sé. Si esta película es lo que llaman, El exorcista de nuestra generación, vamos mal...