LA VIDA A 180 GRADOS
Los renglones torcidos de Dios (2022)
Siempre he sentido simpatía por Orio Paulo. Es un tipo que no se esconde.
Si observas su cine, aunque repleto de trampas, engaños, virajes, idas y venidas, mascaradas… es también honesto. Lo que vende es lo que es, ni más ni menos. Y eso ya es mucho.
Los renglones torcidos de Dios era un proyecto que le venía al pelo. Un thriller de época, coral, con una trama confusa, saltos temporales y lo que más le pone: giros de guión a cascoporro. No recuerdo la novela, creo que la leí hace 25 años. pero mi sensación viendo la versión del catalán es que se ha quedado vieja. Todo huele a naftalina aquí. La doble trama con el flashback/forward, esa imagen verdosa, esos personajes que, en la época del Alguien voló sobre el nido del cuco estaban bien, pero ahora no hay quien se los trague… Y Paulo me dirá: “es que está ambientada en los 70, idiota”… ya, pero Shutter Island en los 50 y te crees a los personajes, colega…esa es la diferencia entre la tuya y la de Scorsese. La trama policial es de risa, en serio, el guión tiene tantos agujeros que no te crees ni lo que estás viendo.
Mi novia sale del cine y me espeta que no sabe si le ha gustado o no, creo que al llegar al garage ya se le ha olvidado lo que ha visto.
Paulo juega hábilmente con perturbar la mente del espectador: está loca, no lo está, está loca, no lo está…y así durante 2 horas y mucho. Llegamos al final de los finales, y tiene los santos huevos de meter otro giro de guión, creo que perdí la cuenta en el sexto, y deja al espectador pensando: ¿qué es esto?. Pues esto es como jugar al ¿quién es quién? pero en un psiquiátrico, en donde todo o nada tiene sentido. Deja los giros de guión eternos, Oriol ... hazme caso.
La película ha sido un éxito de taquilla, imagino que arrastrada por el peso específico de un best seller genial. Y eso es bueno, que la gente vuelva a las salas no solo para ver a Tom Cruise en un F-18.
Corren momentos francamente convulsos, hacedme caso. Esta película te la tragas porque detrás hay un director que sabe dónde poner la cámara.
Hubo una época en la que el oficio de director de cine, porque es un oficio, que no se nos olvide ésto, era venerado y respetado por todos. Había que recorrer un arduo y correoso camino por la industria hasta llegar a tu primer largo. Encontrar tu propia voz con la cámara lleva tiempo y muchas tomas.
Hoy ya podemos confirmar que todo eso que acabo de mentar se ha ido a la mierda. Que en este país haga cine el actor de turno, la actriz de turno, el señor de efectos especiales de turno, el productor de turno o el eléctrico, no sorprende. Estamos tan muertos como industria, que cualquiera que ruegue por una subvención y tenga dos colegas en el oficio se pone a dirigir, y lo más importante: siempre le acompañará un periodicucho para darle su espacio a bombo y platillo.
Qué fácil parece hacer una película, madre mía… Madre mía esta película en manos de, por ejemplo…..puff, hasta aquí puedo leer.