NOLAN SE PONE SERIO
Oppenheimer (2023)
Siempre he considerado a Christopher Nolan un devoto del action-thriller. Desde sus inicios, ha demostrado un gusto especial por un cine plagado de persecuciones, tiroteos y triples saltos mortales. Hasta ahora…
Su Dark Knight le catapultó a las estrellas y desde entonces, se le presupone en una posición muy superior al del resto de colegas cineastas. No le verás estrenando directamente en Netflix, no.
TENET, la película llamada a hacer volver al público a las salas tras la pandemia, fue un desastre. Nadie, ni él mismo, entendía nada de lo que pasaba en pantalla. Nolan justificó su particular fracaso en una errónea campaña de promoción orquestada por su socio habitual: Warner Bros. Y les mandó a la mierda.
Como la mejor manera de salir de una relación es empezando otra con fuerza, NOLAN se presentó en UNIVERSAL con algo radicalmente distinto a su anterior propuesta: el biopic de Robert J. Oppenheimer. Ya sabés, el papá de la bomba atómica.
Para todos aquellos que me dicen que siempre pongo verde todo lo que veo, voy a empezar diciendo que ésta es una buena película. Tiene dos o tres secuencias que son innegables obras maestras, que su diseño de sonido es lo mejor que he oído en muchísimo tiempo y que reconozco la dificultad de enfrentarse a un guión tan denso y complejo como es este. Dicho esto, me parece un auténtico coñazo de película, y me explico.
Los primeros 45 minutos son una presentación de personajes en donde Nolan hace lo que mejor sabe: dejar claro que es más listo que nosotros. Y pone a sus pollitos a hablar de física cuántica como si el público generalizado nos estuviéramos coscando de algo. Señor Nolan, CHERNOBYL también habla de fisión nuclear, de moderadores de flujo de electrones y hasta de Coeficientes negativos de temperatura, pero lo justo y necesario para seguir lo que vemos con cierto gusto y hasta con apetito por más. Aquí no ocurre lo mismo.
Pasado el tostón introductorio, llega lo mejor del film, Otto Hahn y su ayudante Fritz Strassmann descubren la fisión nuclear y la carrera a contrarreloj para crear una bomba empieza. NOLAN despliega todo su virtuosismo a través de un ejercicio visual excelente, apoyado por un Cillian Murphy, que hace el papelón de su vida. Demuestra que sabe dirigir escenas de acción al límite, pero también que es un maestro de puertas para adentro. Es sin duda, el director de cine más completo del mundo.
Es en esta parte donde vemos secuencias muy por encima de la media. El uso de la luz de su director de fotografía Hoyte van Hoytema, es digno de aplauso y reconocimiento. Representa los estragos y los efectos de la bomba con una efectividad asombrosa. ¡Bravo!.
Como el tiempo es importantísimo para nuestro querido maestro, presenta la película a través de diversas líneas temporales de las que entramos y salimos constantemente. Y aunque el uso del blanco y negro no acabo de verlo, es cierto que encajas el tremendo puzzle sin excesivos problemas. Es la trama sobre el personaje de Downey Jr. la que patina. Se dilata injustificadamente en el tiempo hasta el punto que la detestas, me aburre.
Apunte personal: la falsa moralidad de Oppenheimer para con los efectos de su bomba en Japón, me deja perplejo. El tipo se arrepiente de crear un arma de destrucción masiva, sólo después de aniquilar 200 mil almas. Dice NO, a la creación de la Bomba de Hidrógeno de Teller pero trabaja en ella durante el proyecto Manhattan, y suma y sigue. No sé qué pensaba que construían en Los Álamos, ¿un chupa chups gigante o qué?. Una bomba se fabrica para que explote, punto.
Las relaciones personales del protagonista son un misterio también. El tipo parece una canción de Fito y Fitipaldis: solo elige a las más guapas y a las menos buenas. La primera, una comunista más loca que mil cabras. Su esposa, una mujer que es Satán en la Tierra…parece que, para ser un tipo brillante, sus elecciones personales no fueron precisamente las mejores.
Termino diciendo que el alegato antibelicista le funciona. No es menos cierto, que hoy día viene mucho a cuento lo que nos cuentan aquí y si no, que se lo digan a Putin. Me hubiera gustado un Einstein más brillante en sus diálogos, se limita a decir a Oppenheimer algo así como: este es tu hijo, pues apechuga con lo que te venga… no le faltaba razón tampoco. ¿Qué va a hacer el hombre?.
La parte muy buena de todo esto es que esta película y Barbie (no, no voy a hacer declaraciones), han traído de vuelta al público al cine en masas. ¡Que siga la racha, oiga!.