EL SONIDO DE LA MUERTE
La zona de interés (2024)
Lo sé, es un título bastante pretencioso. Pero es que en esta película, La zona de interés, lo que se oye y no vemos, es especialmente importante.
Dirige Jonathan Glazer, un tipo con un nombre molón hasta decir basta, al que no tenía muy localizado… veo que ha hecho videoclips y algún que otro largo que, a excepción de Sexy beast, han pasado sin pena ni gloria por nuestras carteleras.
¿Qué cuenta?. Básicamente lo que hace es mostrar el rutinario dia a dia en la vida de un nazi y su familia. El alemán en cuestión no es ni más ni menos que Rudolph Höss, el Herr Comandant del campo de concentración más famoso de la historia: Auschwitz.
Claro, impacta y cabrea, porque lo que vemos resulta anodino, banal, insípido. Su casa, en la que vive junto a su mujer, sus hijos y unos cuantos criados, está pegada al Campo de exterminio y éstos viven como si no pasara absolutamente nada; hacen picnics, cuidan del jardín, cae alguna fiesta que otra… todo en orden. A mi personalmente, no me sorprende, estos cabrones no sentían el más mínimo remordimiento y eso era generalizado entre las tropas y los altos mandos. “Lo hice porque me lo ordenaron”, decían uno tras otro en los juicios de Nuremberg para excusarse de los crímenes que cometieron por toda Europa.
Glazer se limita a poner la cámara y dar al REC. No la mueve, no se entromete lo más mínimo. Observo que ha rodado con una Sony Venice, no sé, parece que lo ha hecho con un móvil de antepenúltima generación, todo a foco y con el sol bien arriba. La música sí es interesante, sonidos histriónicos, metálicos, son golpes en vez de acordes. También me parece un acierto intercalar imágenes que parecen de visión nocturna, dota a la película de una sensación extraña, como de peligro constante.
Me gusta mucho todo lo que tiene que ver con las reuniones del partido en donde se trama la aniquilación total de los enemigos del estado. No es un disparate afirmar que Höss y su equipo fueron los creadores de la famosa industrialización de la muerte, nadie llegó a matar más y mejor que él durante la segunda guerra mundial.
Se trata de una película interesante que otorga una vision muy distinta del Holocausto. Lo único que percibimos es el constante sonido fuera de campo de ejecuciones, disparos, trenes que van y vienen, cámaras de gas funcionando a todo trapo , gritos… el horror más absoluto. No la considero ninguna obra maestra ni mucho menos, creo que abusa de esa cotidianidad familiar en exceso, llega a parecerme que estoy viendo lo mismo un acto tras otro. Me cansa.
El final me gustó mucho, eso sí. Un salto temporal de casi 80 años que nos lleva a nosotros y su protagonista hasta el ahora museo Auschwitz-Birkenau, que sigue poniendo los pelos de punta, y os lo digo porque he estado allí… visita obligada.