EN BUSCA DEL SUEÑO AMERICANO
La La Land (2017)
A mucha gente le sorprende que un musical o una peli muda, se convierta en la cinta del año. Supongo que por culpa del pasado, son géneros en desuso, pero sobretodo y en gran parte, por esos malditos prejuicios que convierten automáticamente una historia en buena o mala dependiendo solo de su género. Habría que encontrar una palabra para definir eso...
La La Land no es solo un musical a la vieja usanza, es un homenaje en toda regla al cine americano. A aquel periodo en el que se llevaba eso de ponerse a cantar con cualquier excusa, todo valía. Y es que ya desde la primera secuencia lo deja bastante claro: en una autopista abarrotada de coches, se ponen al lio en una maravillosa toma orquestada a la perfección. Vale, no es West Side Story, está claro. Pero funciona.
Creo entender las intenciones del director. Damien Chazelle planifica a conciencia dependiendo de las circunstancias: Las partes puramente musicales las resuelve en fantásticos planos secuencia haciendo uso de toda la parafernalia que la tecnología digital ofrece hoy día. No digo que se las quiera quitar de encima, pero si pasan pronto mejor...con las puramente ficcionadas, se convierte en un realizador más clásico, arriesgando lo justo y necesario.
La La Land tiene un primer acto que me genera dudas. Los números musicales iniciales son largos, anodinos, con acciones previsibles. Vamos que no vienen a cuento. Hay uno de Emma Stone en su apartamento que parece sacado de El otro lado de la cama...Esa la parte negativa, lo mejor: Ryan Gosling y Emma Stone tienen una química tan potente que entras en su historia de amor desde el minuto uno. Y mira que el chico es limitadito, pero solventa dignamente una película que su partener hace suya a medida que avanza el metraje. Es un tren arrollador.
Me gusta el modo en que retrata una ciudad tan singular como Los Ángeles. Una ciudad caótica, que la amas o la odias. Llena hasta los topes de personas que viven y mueren en busca de ese ideal tan emblemático como la propia bandera de rayas y estrellas, en busca del sueño americano. Un cenit al alcance de solo unos pocos y que destruye anhelos a la misma velocidad que los crea. Es implacable. La ciudad de las luces, el lugar donde todo brilla más que en ninguna otra parte... aunque en el fondo esté podrida hasta la médula.
Porque amo el cine y es parte vital en cada paso que doy, empatizo fácil con las vidas de estos dos locos enamorados. Él, frustrado pianista de jazz, la otra, frustrada aspirante a actriz, harta de pasearse de casting en casting en busca de una oportunidad. Dos egos demasiado poderosos como para entrever un final feliz en su accidentado romance, casi imposible me atrevería a decir. La película avanza con un desgarrador aroma a realidad apoyada por diálogos veraces, por situaciones de verdad. La vida misma, como diría mi buena madre.
Me gusta mucho su estructura, es una película bien armada. Tiene un montaje interesante y sobre todo, es valiente. Tardé poco en darme cuenta de que la disfrutaba al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa, y hasta solté alguna que otra carcajada. ¡Qué grande es Ryan Gosling tocando Take on me de A-HA con su guitarra-piano, no tiene precio, en serio!.
Creo que La La Land ha hecho historia ganando más Globos de Oro que nadie. Pues hombre, las comparaciones son odiosas pero, para ser sinceros la respuesta está en la frágil competencia que desde hace años se ha instalado en la meca del cine mundial. ¡Viva HBO y Netflix!, ¿qué sería de nosotros sin ellos....?. Ya veremos qué sorpresa nos guarda los premios más prestigiosos del mundo, mientras tanto, que todas las películas que retratan el colorido mundo de los sueños sigan entrando en nuestras vidas, aunque solo sea para recordarnos lo bonito que sería tocarlos de cerca...