PERROS Y GATOS
La guerra de los Rose (1990)
Hace unos años, durante un festival en el que promocionaba SÁJARA, me preguntaron por qué alguien tan “salao” como yo, no dirigía más comedias como esa. La única respuesta que se me ocurrió en aquel instante fue la más poderosa de las razones: es mil veces más complicado hacer reír que llorar. Para un guionista es, sin duda, el género más difícil del mundo.
Quizás sea por eso que no abundan en éste, nuestro sagrado blog. Son pocas, muy pocas, las que de verdad puedo decir que me gustan. Una de ellas es esta joya que descubrí tiempo atrás, y que me parece sublime. Una de esas películas que, como tantas otras, hoy día sería improducible.
La guerra de los Rose es inimitablemente genial. ¿Su premisa?, sencilla. Un abogado divorcista narra a un ojiplático cliente la increíble historia de los Rose; una pareja que tras unos años viviendo felices como perdices, deciden separarse por las malas. El porqué de las guerras suele ser una vulgar excusa. En este caso concreto tampoco es una excepción. La casa en la que viven se convierte en oscuro objeto del deseo para ambos cónyuges.
Danny De Vito dirige. Y como es un tipo listo, pone delante de las cámaras a dos pesos pesados que le llevaron la función sobre raíles. Uno venía de ganar el Oscar y estaba a punto de convertirse en estrella mega-archi-súper mundial gracias a Instinto Básico, Michael Douglas. La otra, Kathleen Turner, estuvo nominada gracias a Coppola y ya conocía las mieles del éxito gracias a Fuego en el cuerpo o Tras el corazón verde. Su teatralidad, su composición en la escena, es tan difícil de hacer, que engañosamente todo lo que vemos en pantalla hasta parece fácil. No lo es, os lo aseguro.
De Vito hizo gala de una dirección asombrosamente personal. Reconozcámoslo, tomó unos riesgos dignos del más intrépido de los realizadores: zooms por aquí y por allá, angulaciones de todo tipo, distancias focales imposibles… un alarde de armas nunca visto para un señor que hasta entonces solo había hecho televisión y algún que otro telefilme.
Como tantas otras películas, sobre todo las buenas, esta historia esconde mucho más de lo que parece. Acaba y te hace reflexionar, al igual que su elocuente narrador, sobre la propia naturaleza del ser humano. “Venimos del barro y después de no sé cuántos siglos en este mundo, seguimos siendo barro”… estoy de acuerdo. Tiene el guión de Michael Leeson unos cuantos azotes de realidad que llegan directos al mentón, dejan KO a todo el que se pone por delante. Cito:
“En un divorcio no hay victorias, solo grados de derrota”
“Nunca subestimes a una mujer cuando se trata de amor o venganza”
“Puede que no estemos hechos para durar toda la vida con la misma persona”
""Los amantes de los perros no casan con los amantes de los gatos”
¡Protesto, señoría!. Esta última, no sé yo. Suena a cliché.
A menudo suelo repetir que el matrimonio es una empresa en decadencia, que ha muerto, no funciona. Mi amigo Jorge me ha hablado de que ahora lo que se lleva es vivir con tu pareja en el mismo edificio pero en apartamentos diferentes… ¿quién sabe?. Los hombres roncamos como orangutanes, las entiendo.
Es interesante descubrir como el personaje de la Turner (Bárbara Rose) es la que en primera instancia y muy rápidamente, utiliza la violencia física contra su pareja para deshacerse de él lo antes posible. Le parte la cara a la primera de cambio en una secuencia ya mítica. Después de eso: intento de asesinato en sauna, atropello, plato volador a la cara, mordisco en glande, lanzamiento desde el desván y para terminar de rematarlo, varazo de hierro en la cara. Él resulta bastante más cauto, y cuando se pone a su mismo nivel, corre asustado a disculparse.
El amor es ese extraño desconocido que cuando se desvanece suele hacerlo así, casi sin avisar y llevándose por delante todo lo que pilla. Barbara deja de amar a Oliver, y se convierte automáticamente en una máquina de odio arrolladora. Del amor al asco hay un solo paso, supongo.
¿Cómo hacer para retener en una casa a alguien que quiere escapar o, cómo salir de un lugar del que no te dejan huir?. La eterna pregunta en una relación. La respuesta, supongo que tratando de ser honesto con uno mismo el máximo tiempo que se pueda.
¿Moralejas?, muchísimas y de todo tipo. Echar un vistazo a esta película y os las encontraréis todas de bruces. !Ah, se me olvidaba una cosa!. También risas, muchas risas.