DESCANSE EN PAZ
No time to die (2021)
Lo sé, resulta un título para este post bastante ilustrativo, casi cómico.
Como asumo que la mayoría de vosotros ya habéis visto la película, adelanto que se trata de uno de esos que dicen la verdad más pura, spoiler a parte, señor Bond, RIP.
Aguanté dos semanas para ver como cerraban la saga Craig porque mi hermano quería verla y nos apetecía verla juntos. Es tradición, se ha convertido en un proceso casi ceremonial. No esperaba gran cosa, pero sí al menos, un final digno con el que llevarme un buen sabor de boca.
Empecemos por el principio. Casino Royale fue una putada para el resto. La peli salió tan redonda que todos quisieron alcanzarla. Por desgracia, nadie lo consiguió, y eso que los intentos no venían precisamente de mancos; Sam Mendes y su oscarizado equipo llevaron el listón a un punto lo suficientemente alto. Cuando me enteré de que Danny Boyle mandó a paseo a los Broccoli y compañía por diferencias creativas, me eché a llorar: algo pasa, dije.
No time to Die empieza con mucha fuerza, y aunque se cargan algo tan sagrado como la tumba de Vesper Lynd, consigo abstraerme de tal abominación y mantengo la calma. La trama vuelve a girar en torno a Spectre y un nuevo malo malísimo amenaza con destruir el mundo con 40 rusos y un tipo con un ojo biónico. Sí, habéis oído bien. El lugarteniente de Malek es un señor con un ojo pipa que le sirve de cámara espía.
Porque el me too tiene que estar presente por pelotas, nos lo meten gracias a un nuevo doble cero: una chica negra que no hace absolutamente nada bien, bueno sí, tomar prestado el número del famoso agente un par de horas. Al final, lo devuelve, tranquilidad. La secuencia en Cuba con Ana de Armas es de risa; un señor con un ojo en una bandeja recorre los abarrotados pasillos de un garito, mientras se oye una voz en off que sale de no se sabe dónde. La cubana defiende su papel perfectamente, aun así, es imposible tomar en serio lo que nos enseñan. Primeras risas en platea.
La cosa mejora hacia mitad de peli. Empeñados en humanizar al personaje de Craig, le endosan una hija no deseada, que es lo último. Yo, en vez de estar viendo una película de James Bond, parece que estaba viendo Dallas.
Llegamos al acto final y como no puede ser de otra forma, lo ubican en una isla en medio de la nada con un arsenal que puede destruir el mundo. Súper original. Y hasta allí llega nuestro macho alfa… perdón, nuestro hombre de familia, dispuesto a recuperar la suya y salvar al mundo, ya de paso.
Los malos malísimos parecen stormtroopers, llevan kalashnikovs, pero no dan ni una... escuchen, no atinan ni en una escalera cerrada de metro y medio de anchura. Nada, Bond asciende sin problemas matando a todo bicho viviente sin recibir un solo rasguño. Como los guionistas no tenían más tiempo para cerrar todas las líneas argumentales que abrieron previamente, el malo malísimo deja escapar a Mathilde, la hija de Bond y Madeleine, porque le muerde un dedo...¡coño, es que esas cosas duelen!.
Y llegamos al final. Viendo que no hay forma de escapar de la isla, y lo peor de todo, que nunca podrá tocar a su amada hembra y su desconocida hija por culpa de unos nanorobots, decide quedarse allí, mirando el infinito, a la espera de 40 misiles stingers que alguien ha lanzado desde un barco en la lejanía. James Bond, nuestro agente 007, muere bombardeado por su querida Inglaterra, como no podía ser de otra manera. FIN.
Bueno no, llega lo mejor; Madeleine Shawn, despide la película con esta frase de guionista de tercera: -Mathilde, quiero hablarte de un hombre: se llamaba Bond, James Bond. Otra carcajada generalizada.
Los créditos cierran con una frase lapidaria: James Bond volverá. Como Terminator, como el Cuervo, como los fuckings Vengadores. Ouija en mano, este señor con la cara de Tom Hardy, Clive Owen, o de quien sea....volverá para tomarse sus vodkas martinis y así seguir amasando unos cuantos miles de millones de euros más.
Ahora sí, ahora comprendo al señor Boyle.