LOS PIES EN LA TIERRA
Once upon a time in Hollywood (2019)
LOS PIES EN LA TIERRA
Quedan muy pocos directores vivos que al estrenar nueva peli generen esa extraña y singular sensación de que aquello que están a punto de enseñarnos es algo maravilloso y único en el mundo.
Suelo identificarlos porque sus productores habitúan a venderlos, y es que no puede ser de otra forma, como auténticos prodigios que siempre superan con creces su anterior trabajo, algo nunca visto, vamos... suculento manjar de dioses.
Entre ese grupo campa a sus anchas Quentin Tarantino desde hace bastante tiempo. Tras su aparición triunfal en Sundance, su alargada sombra no ha hecho más que crecer. Pocas veces ha dado un paso en falso y se le considera un director clave dentro su generación.
Estoy de acuerdo. Tarantino es el mejor de los mejores creando diálogos para la eternidad, secuencias imborrables jugando únicamente con lo justo y necesario y, por si fuera poco, mueve la cámara de forma virtuosa. Es, con todas las de la ley, merecido ganador de ese ticket que te da acceso directo al Olimpo del celuloide. Allí, se sentará en la mesa de mi amado Leone, de Kubrick, de Hitchcock, de Spielberg…
La evolución de su cine no ha ido precisamente de menos a más. Al contrario, firmó dos obras maestras tan prematuras que él mismo ha sido incapaz de superarlas. Probablemente porque no ha querido… o, probablemente, por culpa del mismo mal endémico que rodea a todas y cada una de estas superestrellas; ya no tiene a nadie cerca que le diga: francamente colega, esto es mejorable. Da igual, si Tarantino firmara un guión de dos donuts planeando el atraco a la Reserva Federal, siempre aparecería algún Weinstein dispuesto a poner los millones necesarios para producirla.
Once upon a time in Holywood no es una obra maestra, por mucho que los amantes de su cine se empeñen en verlo así.
Sus más de dos horas y media de metraje poseen una estructura singular muy confusa y me explico: Tarantino se dedica a mostrarnos las dos caras del Hollywood de finales de los 60, la del éxito y la de su oscuro gemelo, el fracaso. Mayoritariamente se centra en esta última dispuesto a seguir el día a día de un actor de televisión venido a menos (DiCaprio) y su especialista (Pitt). Almas gemelas al parecer.
Cierto es que estos dos pura sangre son lo mejor de la película, su química sobrepasa la pantalla y hacen suya cada secuencia de una forma tan natural que casi asusta. DiCaprio está fabuloso en la escena que comparte junto al malogrado Luke Perry, mientras que con Pitt me pasa que no puedo mirar hacia otro lado cada vez que aparece en plano. Me da igual lo que suceda a su alrededor, y es mucho: los pocos minutos que pasa junto a la hija de la McDowell en el coche o durante la visita al rancho de los fanáticos seguidores de Mason son maravillosos y perturbadores.
Es la parte de Polansky y Sharon Tate la que no me encaja. No acabo de entender su función en la trama, ni siquiera cuando en los minutos finales Tarantino juega al despiste cambiando la historia a su antojo, como ya hizo en Malditos Bastardos. Ojo, que comprendo perfectamente el paralelismo, pero no lo comparto. Me parece oportunista y muy poco arriesgado.
Su noveno film funciona, tiene momentos muy divertidos y todo el mundo se lo pasa pipa cuando la película pasa de comedia a cine gore, pero no puedo evitar echar de menos el talento de aquel chaval que con bastante menos ponía una historia mucho mas profunda e inteligente en pantalla. Supongo que se ha ganado el derecho a hacer lo que le da la gana, y eso le basta.
Si buscas al Tarantino de Kill bill, de Los odiosos 8, aquí lo vas a encontrar al 100%. Si buscas al de Pulp Fiction o al de Reservoir Dogs, me temo que ya se fue.